Salsa de tomate

La salsa de tomate es una de las preparaciones más fáciles que podemos hacer en la cocina, pero también es una de las que más satisfacciones vamos a obtener. Una pasta aliñada con una buena salsa de tomate es algo delicioso; un conejo con tomate y pimiento verde, una palometa, un pollo…así podríamos seguir hasta aburrirnos de enumerar platos a los que la salsa de tomate les va bien.
Al igual que sucede con las croquetas, podemos hacer una buena cantidad de salsa, la envasamos y la congelamos, creándonos así una pequeña reserva que nos sacará de más de un lío.

Ingredientes:

1 Kg. de tomates maduros (los llamados “de pera” y los “de rama” van muy bien para freír)
1 cebolla blanca mediana
2 dientes de ajo
Aceite de Oliva Virgen Extra
Sal y Azúcar (en la cantidad que consideréis oportuna)
Agua

Utensilios

1 cacerola antiadherente
1 cuchara de madera
La batidora y su vaso
1 colador chino (si somos muy delicaditos y queremos deshacernos de la piel y las semillas)
1 tabla para picar
1 puntilla bien afilada
1 cuchillo
1 cuchara sopera

Elaboración

Como ya es tradición nos lavamos bien las manos y abrimos un botellín bien frío, de la manera que nos parezca más oportuna. Comenzamos
Con cuidado y nuestra puntilla, pelamos la cebolla y los ajos (¿creéis necesario que explique cómo se pelan una cebolla y 2 dientes de ajo?). Lavamos los tomates con agua fría y los reservamos.
Nota 1: Si queremos pelar los tomates para que nos quede una salsa más delicada, pondremos a calentar agua en una cacerola; cuando ésta esté hirviendo, echaremos los tomates, a los que previamente habremos desprovisto de la parte verde y les habremos hecho una cruz con la puntilla a la altura del culo. Los sumergimos 15 segundos y rápidamente los metemos en agua con hielo. Listo para pelarlos.
Bien, una vez pelados, con una cuchara sopera les retiramos las pepitas y los reservamos.
Ponemos a calentar (fuego suave a medio) un chorro generoso de aceite de oliva virgen extra en la cacerola. A continuación añadimos los ajos para que cojan color y la cebolla que habremos picado en daditos chiquititos (mirepoix será suficiente). Cuando ambas cosas presenten un bonito color dorado, (al cabo de unos 10 minutos), añadimos el tomate (que previamente habíamos pelado y despepitado, o no, según el gusto). Subimos una pizca el fuego, ya que al añadir el tomate la temperatura del aceite habrá bajado sustancialmente, y lo volvemos a poner en su sitio cuando veamos que comienza a hacer “chup-chup”. Junto con el tomate añadiremos la sal, el azúcar. Desde el momento en el que introducimos todos estos ingredientes y hasta que la salsa esté lista, transcurren aproximadamente 30 minutos. Pasado este tiempo y con mucho cuidado, trituramos el tomate con la batidora si así lo deseamos y lo pasamos por el colador chino. Ponemos nuevamente a hervir la salsa, (esto debemos hacerlo siempre que trituremos una salsa o la descongelemos, para matar los bichejos que pudiera contener), y si fuera necesario la rectificamos de sal y de azúcar.
Sí, es así de fácil, ya tenemos nuestra primera salsa de tomate.
Nota 2: si veis que os queda muy espeso y no os gusta, le podéis añadir un chorro de agua (acordaos de rectificar la sal).
Nota 3: si sois unos vagos redomados, o los tomates que había en la frutería no os gustan, en los supermercados (concretamente el de la marca de Mercadota sale bastante bueno) vende latas de tomate pelado listas para freír. Yo recomiendo tener siempre un lata en la despensa por lo que pudiera pasar.

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